Info-Tras un rastro evocador

Tras un rastro evocador, (2010) serie constituida por 8 piezas. Se basó en el interés por la memoria, el recuerdo que se diluye, que se disuelve con el paso del tiempo. Los fragmentos fotográficos de las obras fueron tomados en recorridos por algunos anticuarios de Bogotá.

Los anticuarios son como un gran “cuarto de San Alejo”, los objetos van a parar allí porque en algún momento los hemos desechado por considerarlos obsoletos, inútiles. Luego de un tiempo llegan a los anticuarios y se convierten en un objeto vendible que ahora podría ser usado como decorativo, entonces el uso del objeto cambia. Ahora tendrá un nuevo valor comercial, debido al tiempo que representa y su cambio de utilidad; entonces me pregunto si ¿lo qué la gente va a buscar a estos lugares son objetos decorativos? o ¿van en busca de sus recuerdos perdidos? da la impresión de que los recuerdos se pudieran comprar, o como si se pudiese comprar el tiempo.

La fragilidad de la memoria, de la misma imagen fotográfica, el accidente, el vacío arbitrario entendido como parte de la estética de la imagen abrieron la posibilidad de ser completados a través del dibujo.

Analizando las posibilidades de mixtura entre la fotografía y dibujo encontré que la imagen dibujada crea un juego lingüístico con el contexto en el que se desarrolla, de tal manera que aquello que percibimos se amplía creando un diálogo con la fotografía, es decir, si bien el dibujo construye imágenes, en mi obra actúa como re-constructor, restaurador de la imagen fotográfica.