Recuerda ahora aquellos dibujos de niño.
Aquellos cuadernos llenos de pequeños puntos que había que ir uniendo y,
una vez enlazados, de esa maraña surgía la forma: un perro, un árbol, un campo de columpios y pelotas.
Pues así es -eso piensa- el rastro de quien camina solo: deshilado, a espera de ese alguien que se acerque con un lápiz y comience, punto por punto, a darle sentido a la existencia.
[Fragmento del poema de María Alcantarilla en su obra «La injusta oscuridad» (2015) para la exposición «Diario de Moscú» en la galería Carolina Rojo, Zaragoza]
Hoy el lápiz y el punto se han convertido en clics y en pixeles, pequeños cuadritos de colores que construyen imágenes. Con el acopio etnográfico realizado en Facebook, conocí los juegos “.io” que el grupo de Facebook SDLG popularizó. Este juego consiste en un lienzo digital de formato casi infinito, en donde se va colocando pixeles seleccionados previamente que van “dibujando” imágenes pixel a pixel. Este proceso tiene una restricción de tiempo, una espera variable en función de la distancia donde se coloca el pixel del centro, es decir, si se ubica un pixel en el centro del lienzo el tiempo de espera seria 0 segundos y el tiempo ira aumentando de forma algorítmica en la medida que se aleje del centro. Un ejercicio de dibujo-pintura de paciencia y de colaboración.
Es paradójico que en un juego como estos que está dirigido a jóvenes, obligue a esperar para continuar jugando, mientras el resto del mundo vive corriendo y buscando todo ya. Pareciera que el juego nos pide pausarnos.
Estuve jugando durante una semana y logre hacer un dibujo que se iba transformando a partir de la interacción con otros. Aquí la idea de “autor” se pierde y entra en un diálogo con el espacio y participantes desconocidos como un cadáver exquisito contemporáneo.
Pensaba en la pintura, en como el color iba creando forma y como esa forma en este caso era tan vulnerable, algunos participantes se dedican a cambiar lo que otros van construyendo, una especie de guerra de colores, guerra silenciosa, un clic que sobrepone un pixel al otro. Los pixeles de colores parecen el azúcar que millones de hormigas buscan y consumen durante horas. Sale uno y entra otro esperando su turno para poner un pixel. |